Tapalpa: región fértil para la conectividad ecológica
- Dialogan especialistas en temas ambientales en torno a la restauración y la conservación del corredor biológico de la Sierra de Tapalpa, en el marco del Café Scientifique Espresso del ITESO.
En Jalisco, ubicada entre el área natural protegida de la Sierra de Quila y el Parque Nacional Nevado de Colima –dos bastiones de la biodiversidad de México–, se encuentra una meseta en donde conviven los municipios de Atemajac de Brizuela, Tapalpa y Chiquilistlán, un hábitat boscoso que, por extraño que parezca, no cuenta con una zona de protección que fomente la conectividad ecológica entre ambas regiones.
El proyecto de restauración, conservación y concientización ecológica en la Sierra de Tapalpa fue el tema central en el panel de diálogo “Conectar para conservar”, que se llevó a cabo el jueves 22 de septiembre por la noche en el Ágora de la Biblioteca del ITESO, en una edición más del Café Scientifique Espresso ante estudiantes de Ingeniería Ambiental.
En la charla participaron Carmen Gómez Lozano, directora de Corredores Biológicos y Cuencas de la Secretaría de Medio Ambiente y Desarrollo Territorial (Semadet); Santiago Machado, director para México de Rainforest Alliance; Rigoberto Román, director General de la consultoría Enlace Ambiental, y Natalia Mesa-Sierra, doctora en Ecología y académica del ITESO.
Gómez Lozano, quien destacó que la entidad es un baluarte en temas de biodiversidad pues ocupa el cuarto lugar en biodiversidad nacional -cuenta con 6 mil especies de plantas, además de tener más del doble de las especies que hay en todo Canadá-, aseguró que un elemento clave para el fortalecimiento de los corredores biológicos como el de Tapalpa son los planes de ordenamiento territorial.
“Es muy importante que tengamos muy claro que el territorio solo es uno. Tenemos que escoger para qué lo queremos o ver de qué manera podemos hacer las dos cosas. El ordenamiento regional es el que dice en qué zonas son más factibles, cuál es el lugar idóneo para cada actividad productiva, respetar el ordenamiento hace que no te vayas comiendo espacio en el corredor biológico”, explicó.
Para Machado, especialista en gobernanza para el desarrollo territorial, es importante tener el concepto de conectividad presente en todas las estrategias de sostenibilidad y uso del territorio; Tapalpa no es la excepción, especialmente ante un fenómeno tan presente como el cambio climático, que nos enfrenta a la necesidad de adaptarse, mitigar y frenar eventos naturales cada vez más catastróficos, como sequías agudas o lluvias torrenciales.
“La conectividad nos permite entender cómo mantener ese flujo en un territorio que está vivo, que se configura y va cambiando con el tiempo; nos posibilita una mejor capacidad de resiliencia, de respuesta y adaptación. La Sierra de Tapalpa tiene un valor muy excepcional, si bien no hay una especie emblemática; sin embargo, si ampliamos la escala, el que este sitio esté en un estado de conservación sano, permite que muchas especies permanezcan, aunque no necesariamente ahí”, expresó.
Mesa-Sierra consideró que es vital fomentar una relación más holística entre el ser humano y su entorno, y que las políticas territoriales estén enfocadas no sólo en el aprovechamiento, sino además en la conservación, protección y restauración de los ecosistemas. La base de ello es la educación y la puesta al alcance de todos de la información necesaria, así como la búsqueda de consensos, no sólo entre ambientalistas, sino entre todos los miembros de la comunidad, incluyendo aquellos que forman parte de los sectores productivos.
“De manera muy sencilla podemos empezar a caminar hacia una conciencia colectiva, y en ese caminar hacia acuerdos colectivos no podemos pensar en tomarlos sin los sistemas productivos, que incluyen regiones muy extensas”, declaró la bióloga egresada de la Universidad Javeriana de Bogotá, Colombia.
Por su parte, Román, quien ha dirigido un estudio de conectividad estructural y funcional de la Sierra de Tapalpa, así como un manual de buenas prácticas para la región, destacó que los efectos del cambio climático añaden un estrés adicional al ecosistema, aunado a que muchas de sus actividades productivas no atienden medidas necesarias.
“Creo que el mayor reto es aterrizar la información para que la gente la pueda ir implementando poco a poco y que entienda que por medio de sus actividades productivas pueden incidir en la conservación. No es fácil cambiar y es dos veces más difícil cambiar algo que piensas que te va a hacer ganar menos dinero, pero a través de la educación es posible generar acuerdos, en la medida que entienden que muchas de las acciones pueden ser benéficas para ellos”, dijo.
Los especialistas coincidieron en que el primer paso para alcanzar acuerdos en la zona de Tapalpa es buscar puntos de encuentro entre todos los actores, como la necesidad de agua para todas sus actividades; la búsqueda de la conservación del suelo para así evitar la erosión, un riesgo para los centros de población, o el deseo común de conservar los bosques tanto por la producción de madera como por el valor escénico que brinda, por ejemplo, para el ecoturismo o para las inversiones inmobiliarias campestres.